miércoles, 4 de noviembre de 2015

I Congreso Internacional sobre comunalidad y el desprestigio sobre los gobiernos progresistas de Sur América



Entre el 26 y 29 de octubre reciente, cerca de 500 investigadores, académicos e intelectuales, provenientes de diferentes países, se congregaron en Puebla, México, convocados por cerca de una veintena de universidades y centros de investigación para compartir conocimientos sobre “Luchas y estrategias comunitarias: horizontes más allá del capital”, como bien resumía el lema del evento.

Dicho evento internacional sobre comunalidad (por su novedad en el debate de la academia latinoamericana) despertó bastante expectativa en la audiencia que conoció la convocatoria. Aunque desde el primer simposio inaugural, el descontrol emocional de la principal organizadora del Congreso, Raquel Gutiérrez (ante el cuestionamiento de John Holloway por las ausencias/ausentes en el programa oficial), evidenció la camisa de fuerza del cónclave académico.

Para “inquietar” el espíritu de las y los presentes en el evento, la investigadora boliviana, Silvia Rivera, una de las principales oradoras, fue contunden en anunciar su hallazgo científico al auditorio en pleno: “El hecho que hayan fracasado varios proyectos que tenían rostro indio como el boliviano, no nos exime de lo que está detrás. Estamos enfrentando una sistemática destrucción de lo común, (...). Una expropiación brutal de la voluntad colectiva por parte del Estado (refiriéndose al gobierno actual de Bolivia)” [1].

Así, intelectuales y académicos emprendieron a centrar sus hallazgos en “horizontes y resistencias comunitarias más allá de los gobiernos progresistas”. Incluso una de las mesas llevaba este título, donde el investigador boliviano Huáscar Salazar, junto a otros, reiteró sobre la actual “dictadura” estatal neocolonial de fachada progresista en Bolivia. Incluso “presentaron” algún libro sobre la actual dictadura en Bolivia. [2]

Sarela Paz, investigadora “independiente”, ex pareja de Álvaro García, actual Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, concluyó su intervención sobre ecología política denunciando la hipocresía socioambiental del actual gobierno boliviano que “coopta comunidades indígenas” y “promueve la destrucción de La Amazonía para la producción agroindustrial”. [3] Cuestionó, en ausencia, la “honestidad” del pensamiento de D. Harvey sobre la financiarización de la economía mundial y el capitalismo por desposesión.

Raquel Gutiérrez, quien a inicios del siglo pasó por Bolivia para “investigar” los entramados comunitarios de las luchas campesinas, en su exposición durante el I Congreso Internacional los Pueblos Indígenas de América Latina, siglos XIX-XXI, avances, perspectivas y retos, en Oaxaca, México, en octubre, 2013, intentó también instalar en el imaginario de su auditorio otra verdad científica: “Evo Morales está imponiendo la carretera por el TIPNIS para producir y transporta coca”. [4] Al igual que Sarela, u otros, ésta tampoco tenía argumentos racionales sobre “su verdad científica” más que su “posición académica” como expositora.

¿Qué buscan o qué agendas ejecutan estos y otros académicos aparentemente progresistas o ecoindigenistas? ¿Por qué hablan tan mal de los denominados gobiernos progresistas y callan sobre los violentos gobiernos neoliberales en curso? ¿Por qué organizan o utilizan “espacios internacionales” fuera de Bolivia o Ecuador o Venezuela para “desprestigiar” a estos pueblos y sus gobernantes? ¿Por qué atacan en nombre de la “comunalidad” a los pocos gobiernos que se atrevieron a poner en común (recuperar) los bienes naturales privatizado y callan sobre los violentos despojos territoriales emprendidos por gobiernos y corporaciones neoliberales?

Estos u otros investigadores que edulcoran sus narrativas con “novedades semánticas” como decolonialidad, interculturalidad, equidad de género, etc., con sus actos y conclusiones investigativas resultan produciendo y reproduciendo el racismo, machismo y colonialismo en las ciencias sociales. Y, asumiéndonos como idiotas a la audiencia.

Hablan de nosotros indígenas como si fuésemos rostros, apariencias. Mas nunca como sujetos que somos. Por eso dicen: “proyecto con rostro indio”. El núcleo central del proceso boliviano no es el hermano Evo Morales. Somos los pueblos indígenas y campesino nucleados alrededor de sueños compartidos y afirmados por nuestros logros indiscutibles en el camino.

Sus “léxicos científicos” les traicionan y evidencian su racismo colonial cuando se refieren a nosotros con su semántica caritativa de: “nuestros pueblos indígenas”. Hablan como escribanos criollos republicanos que son. Nosotros (pueblos) no somos de nadie, ni nadie es de nosotros.

Hablan de la comunalidad como propuesta hermenéutica o como “estilo de vida” cuando en los hechos están atrapados en el brutal individualismo metodológico que los lleva a sospechar de sus colegas y trepar cuesta arriba tras sus ideales papirocráticos. Casi ninguno de ellos/as convive en comunidad. Mucho menos en comunidades indígenas que discursivamente idealizan.

Por momentos aparecen como anticapitalistas. Por momentos, como ambientalistas o indigenistas. Dependiendo de la moda bibliográfica o circunstancias financieras. Pero, lo seguro es que no son ambientalistas para resistirse a los viajes internacionales, ni a sus estilos de vida urbana (nada amigable con nuestra Madre Tierra). Todos/as dependen del dinero.

Cuando presencio o veo “estrados” académicos con estos matices, casi siempre recuerdo lo leído sobre los nefastos episodios mediáticos que precedieron a los derrocamientos de los procesos revolucionarios de Guatemala (1954), Chile (1973) o Libia (2011). Derrotas ejecutadas desde adentro, utilizando la pluma y el exacerbado acervo de “cien.tistas sociales” progresistas o revolucionarios. Pero, lo más doloroso es el dolor que soportan estos y otros pueblos, incluso muchas décadas después de los sueños truncados, como es el caso de Guatemala.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario