Las opiniones más sonadas acerca de la problemática urbana de la Ciudad de México casi siempre mencionan que “somos demasiados”, “ya no cabemos” o, incluso, que “la ciudad es un monstruo”, pero ¿es esto verdad?
La mayoría de la población, los trabajadores vivimos hacinados en colonias periféricas en la ciudad, de lo que no nos hemos dado cuenta es que dicha situación no es la misma que la que viven quienes habitan o aspiran a habitar en colonias y conjuntos residenciales. Para ellos todo el espacio es insuficiente y, ¡claro!, que no les pongan ni una escuela cerca porque les arruinará sus mañanas y les afeará sus prístinas calles, hasta consideran un crimen que se expandan las banquetas porque les “roban” sus cajones de estacionamiento.
Partiendo de lo anterior, preguntémonos: ¿cuál puede ser el interés del gobierno perredista en mantenernos aislados y hacinados? Usualmente donde hay grandes intereses es porque se está cocinando un negocio importante, un negocio millonario.
Veamos, pues cuál es el negocio detrás del cambio de uso de suelo en distintos predios del Distrito Federal (DF). En la nueva Ley de Desarrollo Urbano del DF se consideran distintos usos del suelo para el territorio que comprende la ciudad. Por ejemplo, en suelo urbano tenemos los usos habitacional, comercial, de servicios, industrial, espacio abierto, áreas verdes, entre otros.
Para iniciar cierto tipo de construcciones a veces es necesario realizar un procedimiento que se conoce como “cambio de uso de suelo”, lo que significa, por poner un ejemplo, que un predio establecido como de uso habitacional puede ser cambiado a suelo de uso industrial.
Según la dichosa nueva Ley de Desarrollo Urbano del DF, el procedimiento para solicitar el cambio de uso de suelo de un predio consiste en presentar la solicitud ante la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI) y, simultáneamente, comunicar del interés del cambio a los vecinos del predio en cuestión, únicamente mediante una manta colocada en éste, teniendo solamente 15 días hábiles para presentar su opinión sobre el cambio por escrito ante la SEDUVI. Dicha dependencia envía la información al Comité Técnico de Modificaciones a los Programas de Desarrollo Urbano para su dictamen. Es este Comité el que decidió si se autoriza o no la modificación de uso de suelo y luego la SEDUVI remite el proyecto de modificación al Jefe de Gobierno para que éste lo someta a consideración de la Asamblea Legislativa del DF (ALDF) para su aprobación.
Para que las empresas inmobiliarias puedan edificar grandes complejos comerciales y de oficinas o edificios de departamentos de súper lujo, en ocasiones necesitan cambiar el uso de suelo de los predios en donde tienen pensado construir y, la mayoría de las veces, al hacer el dichoso cambio, se suscitan un sinnúmero de irregularidades que favorecen, como siempre, a las empresas.
Por ejemplo, en la delegación Iztapalapa está prohibida la construcción de vivienda de interés social (supuestamente debido a la escasez de agua y al riesgo de hundimientos); sin embargo, hay empresas privadas que están construyendo edificios de hasta 8 niveles en plena zona de hundimientos. Frente a dicha situación salta la pregunta: ¿para quién se construyen esas viviendas? Ante las irregularidades en el cambio de uso de suelo de distintos predios de dicha delegación se han iniciado distintas movilizaciones de grupos de vecinos inconformes, aunque tienen la limitación de que sólo defienden su propio estilo de vida, su propia comodidad, ya que lo único que quieren es que no haya modificaciones en su entorno inmediato.
También, quizás algún día caminando por el Centro Histórico haya usted notado que se están volviendo a construir viviendas en el primer cuadro de la ciudad. Desde hace varios años y con el pretexto de “redensificar” habitacionalmente el Centro Histórico, se construyeron en la zona distintas torres de departamentos carísimos; claramente, dichos edificios no son para que la gente común, la gente del pueblo, viva ahí. El proyecto de “redensificación” de la ciudad consiste en repoblar viejas zonas habitacionales pero con “gente bonita”, mientras que para los jodidos, los que no tenemos casa propia, los que vivimos de nuestro trabajo, para nosotros están las unidades habitacionales en las afueras de la ciudad, si bien nos va. El cambio de uso de suelo es el mecanismo mediante el cual las grandes empresas inmobiliarias imponen su proyecto de ciudad, una ciudad de la que estamos automáticamente excluidos.
Si hay una lección que aprender de todo esto es que no debemos irnos con la finta. Los colonos ricos van a defender sus espacios de vida con las herramientas que tengan a la mano (que son muchas), y en esa defensa tampoco les interesamos los millones de personas que no tenemos acceso a una vivienda digna, no les interesamos quienes debemos transportarnos durante largas horas de un extremo a otro de la ciudad, sólo para trabajar o asistir a la escuela. Nosotros, los trabajadores, los empleados, los proletarios debemos luchar en primera instancia por nuestro derecho a vivir dignamente, en el lugar que elegimos para vivir. Debemos impulsar la lucha contra las inmobiliarias, pero defendiendo en esta lucha nuestros auténticos intereses de clase, defendiendo nuestro derecho a vivir en esta ciudad que hemos construido con nuestro trabajo y lucha.
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