jueves, 24 de septiembre de 2015

Recordar es seguir luchando



MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Las Milicias Populares “Basta Ya” (MPBY) que el pasado 6 de octubre irrumpieron en la escena pública con una condena por la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, acusaron al gobierno de Enrique Peña Nieto de ‘infiltrar’ las manifestaciones y de orquestar una campaña de desprestigio en contra del movimiento social que apoya a los familiares de los normalistas.

En un comunicado y en un video entregado a esta agencia, el movimiento del que no se tenía mayor información hasta ahora, precisa que no proviene de ninguna otra agrupación guerrillera, como el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) o las Fuerzas Armadas Revolucionarias- Liberación del Pueblo (FAR-LP).

“Desde nuestra aparición se nos ha querido ligar o relacionar con otras organizaciones como el ERPI, el EZLN, el EPR y las FAR-LP, aclaramos no somos rama o parte de alguna de estas organizaciones u otra. Ni siquiera tenemos coordinación con ellas. El Estado mafioso intenta ocultar el accionar de nuestra organización y a la vez monta escenas vandálicas con agentes infiltrados para justificar la represión. Viola la autonomía universitaria buscando guerrilleros mientras niega nuestra existencia. Todo es parte de la guerra asimétrica, contrainsurgente, de cuarta generación, que tiene como ingrediente fundamental la manipulación propagandística”, sostiene.



Las Milicias Populares también hicieron llegar un video en el que aparecen tres de sus integrantes, los cuales se hacen llamar “Cecilia”, Rodolfo” y “Martín”. Los tres aparecen con el rostro cubierto, lo mismo que las manos y cualquier parte del cuerpo que los pudiese identificar. En el video, envían un mensaje en el que denuncian las acciones emprendidas por el gobierno de Peña en contra del movimiento social y de las nuevas agrupaciones guerrilleras.

En dicha grabación –la primera en la que se da a conocer una imagen suya– las MPBY reiteran su decisión por la lucha armada y acusan al gobierno federal de militarizar la vida nacional, criminalizar la protesta social para descalificarla y hacer uso de la infiltración de las manifestaciones y el uso de sicarios para reprimir el movimiento gestado en torno de los normalistas desaparecidos de la escuela rural de Ayotzinapa.

Las Milicias Populares vuelven a reivindicarse la explosión en la tienda Soriana ubicada en Valle de Aragón, municipio de Ecatepec, Estado de México, el pasado 12 de noviembre.

Hasta ahora, el grupo sedicioso sólo se había dado a conocer por dos comunicados difundidos el 6 y 10 de octubre último en el estado de Guerrero. En ambos reportes, acusan al Ejército de complicidad en el ataque y desaparición de los normalistas rurales y aseguran que esta acción muestra que el Estado mexicano “creó desarrolló y protege a su propia delincuencia organizada y la usa o desecha según sus propias necesidades económicas y políticas”.

En el nuevo comunicado y en el mensaje grabado que hicieron llegar a Apro, el nuevo grupo guerrillero sostiene que “ante el auge de la insurgencia cívica popular y la reorganización y surgimiento de nuevas organizaciones revolucionarias clandestinas el estado enfila toda su fuerza en varias direcciones”.

Entre ellas, señala, el “bombardeo mediático” con el que intenta “que la rebeldía de los de abajo adopte los puntos de vista de los de arriba”, al mismo tiempo que promueve la no violencia y el pacifismo a ultranza que la militarización, la infiltración y el uso de sicarios.

Señala sobre todo que se está haciendo uso de la “infiltración por lo cual el nuevo reto es “identificar a los agentes gubernamentales disfrazados de activistas”.

Con fecha del 20 de noviembre, el día que se realizaron diversas marchas en el extranjero y en varios estados del país exigiendo justicia para los 43 estudiantes normalistas desaparecidos el 26 de septiembre, que en la ciudad de México terminó con la represión policiaca en el Zócalo tras la incitación de provocadores embozados, las milicias sostienen en sus partes informativos que estas “maniobras de infiltración han sido claves para dividir, encarcelar y cooptar al interior de diferentes organizaciones de masas y clandestinas”.

En este sentido, sostienen que esta estrategia de infiltración “busca anular la efectividad política de las organizaciones de abajo, busca justificar la represión, busca desprestigiar a las diferentes formas de lucha popular y en el caso actual busca mantener las protestas dentro de los límites controlables por el sistema y califican de provocadores a todos los que no se limitan a la protesta pacífica permitida y hacen eco de los argumentos exaltantes de un pacifismo y una violencia de los de abajo”.

Precisan en el comunicado: “Los infiltrados, existen y han existido, tanto en las organizaciones de masas, en los sindicatos, en el movimiento estudiantil, por ejemplo, Graco Ramírez, el gobernador perredista de Morelos fue infiltrado en el 68. Algunos son “rojísimos” y otros “nadan de muertito”. Las maniobras de infiltración han sido claves para dividir, encarcelar y cooptar al interior de diferentes organizaciones de masas y clandestinas.

“La infiltración busca anular la efectividad política de las organizaciones de abajo, busca justificar la represión, busca desprestigiar a las diferentes formas de lucha popular y en el caso actual busca mantener las protestas dentro de límites controlables por el sistema. El gobierno estadunidense pide calma y nos exhorta a los mexicanos a no violentarnos. La embestida de las televisoras contra la combatividad popular es infame”.

Recuerda la agrupación que tanto el primero de diciembre de 2012 cuando Peña Nieto tomó posesión, como el día de la quema de la puerta de Palacio Nacional “hubo agentes encubiertos y lo hicieron de manera notoria para luego, intentar hacer creer que la combatividad es indicadora de que se trata de infiltrados, provocadores y de esa manera sembrar desconfianza y desunión al interior de la insurgencia cívica-popular”.

El nuevo grupo guerrillero, que se suma a los cinco ya existentes en varias zonas del país, justifican la lucha armadas.

“La violencia desde abajo siempre ha sido respuesta necesaria cuando ya no queda de otra ante la violencia de los explotadores. Esta violencia no es un fin sino un medio, pasajero y que, dependiendo de la movilización popular organizada y combativa se convierte en un elemento menos importante aunque imprescindible en la resistencia anticapitalista”.

Limitarse a las vías electorales o legales, advierte, sólo beneficiaran a los grupos gobernante, empresariales y militares que han creado un “Estado mafioso”.

Finalmente hacen un llamado a la organización y rechazan la versión del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, de que los normalistas fueron incinerados por el crimen organizado.

“Quieren engatusarnos diciéndonos que los 43 desaparecidos son cenizas que el agua se llevó. Lo que en verdad buscan diluir es nuestra indignación. Estén donde estén mantengámoslos vivos, sigamos buscándolos, hagamos que nuestro dolor y coraje se vuelvan lucha organizada, no abandonemos la movilización combativa de masas. Es el momento de arrancarle al Estado la liberación de todos los presos políticos del país y el respeto a las distintas formas de autodefensa con que los pueblos decidan enfrentar a la delincuencia organizada de Estado”.

A todo México:

Septiembre es un mes de celebraciones y conmemoraciones.

No de las oficialmente asumidas y manipuladas, con sus rituales y ceremonias de engaños, tergiversaciones y banalidades. Las de una clase política cuya cultura está hecha de demagogia, discursos vacíos, fechas, formalismos, tradiciones al servicio del dinero, superficialidades, servilismo y narcocultura. Sino de las nuestras, las de los de abajo, los que trabajamos día a día para completar lo necesario para nuestro vivir; los que seguimos esperando el regreso de nuestros desaparecidos y la justicia para nuestros encarcelados y asesinados; los excluidos de la educación; los sin trabajo; los que la pobreza hizo abandonar su tierra; los de salarios raquíticos o miserables; los que ven como su pensión se pulveriza; los despojados; los periodistas de la palabra honesta; los que persistimos en el intento de sembrar semillas de futuro, los del otro México. Porque aunque nos la quieren negar, tenemos memoria.

En este México, también nos acordamos de la lucha de 1810, en la que participaron miles de mexicanos y que dirigieron, entre otros, Miguel Hidalgo y José María Morelos. O de los que en el Castillo de Chapultepec dieron su vida al enfrentar al invasor norteamericano. Tenemos una noción de patria, distinta de los que a diario, la venden, la prostituyen o la destruyen.

Conmemoramos a nuestra manera, desde nuestro corazón, sin trajes elegantes, sin acarreados, sin miles de policías y guaruras.

Y es que nuestra memoria, sigue viva, respira, se mueve y crece con cada uno de nuestros latidos.

Nos habla, ¡23 de septiembre de 1965! en Ciudad Madera, Chihuahua, como no recordarlo. Trece mexicanos atacaron el cuartel militar, enseñándonos un camino ineludible, ¡Todas las formas de lucha son válidas si queremos terminar con la injusticia social!

Basta de “poner la otra mejilla”, a un sistema que nació, creció y se sustenta en muchas formas de violencia, es necesario también enfrentarlo con la violencia.

Murieron ocho, Arturo Gámiz García, Pablo Gómez Ramírez, Emilio Gámiz García, Salomón Gaytán Aguirre, Rafael Martínez Valdivia, Miguel Quiñones Pedroza, Oscar Sandoval Salinas, Antonio Scobell Gaytán. Nuestro corazón les saluda. Hace 50 años y su empeño no cesa, varios seguimos sus pasos, atrás vienen otros.

Y nuestra memoria es terca. Hace un año, entre la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27, en Iguala Guerrero, uno de los crímenes más abominables fue cometido. El asesinato de 6 personas, la desaparición de 43 estudiantes normalistas y decenas de heridos.

En muchos rincones de la patria y el mundo se multiplicó la indignación, la denuncia y la solidaridad. Millones de voces se alzaron, los pasos rabiosos se reprodujeron por millones. De muchas formas se dijo ¡Basta! ! ¡No más injusticias impunes! Resonó un grito que no cesa. ¡Los queremos de regreso!

Desde el poder se ha continuado con la soberbia, el irrespeto y la crueldad, ahora hacia los familiares de las víctimas, quieren garantizar la impunidad. Les mintieron, los ignoraron, los minimizaron, quisieron comprar, buscaron que solo se limitaran a llorar a sus hijos.

Los “gobernantes” actuaron de acuerdo a sus intereses, en donde lo más importante es garantizar la reproducción de las ganancias empresariales.

Para impulsar sus “reformas” recurrieron en Iguala y recurren, a la aplicación del terror gubernamental, buscando la desmovilización social. Su ética política está basada en sus intereses económicos y la fuerza, no en las necesidades sociales y los valores humanos.

Este es un capitalismo militarizado en donde los narcotraficantes, los mafiosos, los grupos paramilitares y las policías privadas son parte del engranaje del funcionamiento y la reproducción de su sistema.

Para ellos el otro México, es para la explotación, para acarrearlos, para las limosnas, para las migajas, un escalón para subir “alto”, carne para la represión.

Las maniobras gubernamentales no han podido esconderlo ¡Es un crimen desde el estado!

Con el paso de los días surgen nuevas evidencias, hoy cada vez son más los que lo tienen claro, fue un operativo en que las diferentes fuerzas del estado, incluidas las del narco, tuvieron una coordinación general todo el tiempo.

A los muchos que no lo hemos “superado”, que tenemos memoria, varias verdades históricas, nos saltan a la vista: Fue un crimen de Estado; es un crimen de Lesa Humanidad; la delincuencia organizada en México, nació, creció y se encuentra bajo la protección del Estado; vivos se los llevaron, vivos los queremos; queremos verdad, justicia y responsabilidad política; los responsables deben ser juzgados.

Desde nuestras fuerzas y nuestra determinación, les decimos a los familiares de los 43 normalistas desaparecidos, a los de los asesinados y heridos, a los que se movilizan en su apoyo, somos parte de la exigencia de ¡Verdad y Justicia!.

Aunque desde el Estado traten de minimizar, tergiversar o atribuir a otros nuestras acciones (como pasó con la que realizamos en Ecatepec, Estado de México), ante la represión, volveremos a actuar.

Recordar es seguir luchando.

La noche no es eterna, hagamos posible el amanecer.

Milicias Populares ¡Basta ya!


Estado de Guerrero, 23 de septiembre de 2015 

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